Yo no vengo a vender vengo a regalar suena a calle y aún huele a la feria que abrió nuevos horizontes.
Perceverar es atravesar las desafíos del tesoro. Las más incomprendidas, las obras renegadas hoy son el dulce secreto de mi boca.
Estar en el lugar y en el instante adecuado. De la hora justa al momento de la vida en el cuál se termina de esperar y caen y caen cenizas
que fertilizarán la nueva ruta.
De la última mapu que queda a no poder correr, que la privación no se transforme en angustia, sino en una incubadora de verdad.
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